Michele ofreció también una conferencia virtual desde su estudio en Roma. “No deberíamos volver a empezar del mismo modo, sin aliento. Ha sido demasiado difícil", dijo. “Quiero comenzar de nuevo con una inspiración de aire fresco, con oxígeno”.
En su texto, el director creativo de Gucci apeló a la misma exuberancia de sus ideas visuales: "Nunca nos hubiéramos imaginado que nos sentiríamos tan conectados a la vida mediante un lazo de ternura temblorosa y desgarradora. Nunca hubiéramos pensado que íbamos a reconectar, tan profundamente, con la fragilidad de nuestro destino de criaturas. Nuestra necesidad de reciprocidad. Resultó que éramos tan pequeños. Un milagro de nada”.
Aludió al problema de sustentabilidad de una industria acostumbrada a causar un enorme daño al medioambiente además de imponer malas condiciones de empleo para millones: “Sobre todo, comprendemos que fuimos demasiado lejos. Nuestras acciones irresponsables han incendiado la casa en la que vivimos. Nos concebimos como separados de la naturaleza, nos sentimos listos y todopoderosos. Usurpamos a la naturaleza, la dominamos y la herimos. Incitamos a Prometeo y enterramos a Pan. Tanta altivez nos hizo perder nuestra hermandad con las mariposas, las flores, los árboles y las raíces”.
Gucci tiene el poder suficiente como para impulsar un movimiento que diseñadores independientes y pequeñas marcas han propuesto muchas veces. Con ingresos de € 9.600 millones en 2019 (casi USD 10.670) deja muy atrás a Saint Laurent y Bottega Veneta, los otros grandes nombres del grupo de bienes de lujo Kering, del que forma parte. Pero sobre todo su peso, desde que Michele asumió la dirección creativa hace cinco años, ha sido cultural y social, como una voz progresista en la pasarela.